Oda a mis amigas
«No es amor, no se le parece, es algo tal vez más precioso y raro, una dulce amistad.»
Una oda a mis amigas va fraguando en mí. Una amiga sobrevuela la península para encontrarnos. Nos envía un selfie sin apenas haber dormido. Como
, es médico y ha tenido una guardia terrible. Nos habla de Joaquín, que no es consciente de que le ha salvado la vida. Hablamos de esto y de aquello, de lo de aquí y del más allá, hacemos planes. Admiro lo valientes que son. Celebramos, como en la canción de Amaral, que una de nosotras ya no tendrá que soportar al imbécil de su jefe, ni un minuto más.Releo el párrafo anterior y, si fuera un café, sería uno de esos torrefactos. No me habría quedado más remedio que echarle un terrón de azúcar. El objetivo, está claro, era ocultar mi miedo, y es que me da un miedo terrible perderlas: olvidar un cumpleaños, que nuestra amistad no sobreviva a una mudanza, dejarnos de ver por falta de tiempo, dinero, hijos. Por supuesto, esto ellas no lo saben (creo, puede que sí porque son muy listas). Pero, sobre todo, me da mucho, mucho miedo, hacer algo mal. Que la amistad acabe por mi culpa. El amor y el miedo unidos con superglú.
«Atravesar América en un coche desvencijado, crear tejidos de amistad que se mantendrían siempre», evoca Clara Obligado. Acabo de conocer a una mujer que podría, potencialmente, ser mi amiga. Me cuenta que en italiano existe una palabra para aquellos que nacen envueltos en su bolsa: biencantantes. No nos conocemos apenas y, sin embargo, me regala el relato de sus partos. Me pregunto si los mares que nos separan serán demasiados para que nuestra amistad florezca. Si nos hubiéramos conocido en la adolescencia, quizás otro gallo cantaría.
Paseo y el recuerdo de La amiga geniale, de Elena Ferrante, me envuelve una y otra vez. Cuando camino, también me acuerdo de S. No sé si nuestra amistad ha acabado o no, o quizás me resisto a aceptar la realidad. Como no hubo un final, o si lo hubo fue difuso, no estoy segura de si la puerta a nuestra amistad sigue abierta. ¿Por qué dejamos de hablar, si yo la admiro, si todavía tengo el deseo de encontrarnos? Mi brújula está rota y no sé si fui yo, si fue ella y, sobre todo, si se acordará de nosotras. «Nos miramos nerviosas. La intuición me pellizca. Ella abre la boca y lo deja salir. {Llego tarde, pero sé que fui mala amiga. Lo siento muchísimo}.»1
Miedo a perder a quienes quiero. Necesidad de desconectarme del mundo. Por cada encuentro social, un rato de lectura. Leo mucho no porque sea lista o algo por el estilo, sino porque tengo miedo. «Debido a mi infancia, debido a que siempre he tenido la sensación de ser abandonado, algunas cosas tienen sobre mí un efecto increíble, más allá de lo que cualquiera pueda sentir. Por eso es por lo que la gente que sé que me quiere, como Slim Keith, como Babe, como Marella Agnelli, se portan como tontos. No han entendido nada de lo que estoy haciendo con Plegarias atendidas, ni por qué lo hago, están siendo muy crueles. No se dan cuenta de que lo que hacen es cruel porque no sabe que pasé tres o cuatro años de pequeño encerrado en habitaciones de hotel.»2
Capote aireó intimidades humillantes de sus amigas ricas, no me extraña que se enfadaran. Esto confirma mi pánico. Aunque estoy segura de que no se me ocurriría hacer algo así (tampoco tengo amigas ricas), no puedo descartar la posibilidad de volverme loca. «—Cuando seamos grandes, le digo, seguiremos siendo amigos. Él se sienta y me mira. —No, me dice, con pena. Cuando seamos mayores vos y yo no nos volveremos a cruzar.» Lo de volverme loca lo podría soportar. Lo otro, no lo creo.

Lana Corujo teje la historia de dos hermanas, un fantasma y una isla con hilo fino. Tan importante como las amigas es la ausencia de ellas. Han cantado bingo.
La dificultad de fantasma. Truman Capote en la Costa Brava, por Leila Guerriero, cita de la biografía escrita por Clarke.
Dicen que si una amistad dura más de siete años, es probable que dure toda la vida… seguro que con algunas podrás respirar tranquila!
Nuestro reino es nuestro grupo de amigas, en el que hay consejos de sabías, en el que todas aportan lo que son, en el que nos complementamos y completamos, en el que compartimos, en el que disfrutamos. Al que siempre recurrir, para celebrar o acompañar