Cosas que he descubierto esta semana: una portada del New Yorker donde dos pasajeros se miran sorprendidos porque sus lecturas coinciden, pero sus vagones van en direcciones contrarias, el cóctel espresso martini, el interiorismo de Patricia Bustos, la violencia sutil de algunos gestos, que la dueña de mi nuevo quiosco de confianza se ha ido de vacaciones.
Cosas que he devorado esta semana: Lugares que no quiero compartir con nadie, de Elvira Lindo, un plato de pasta carbonara (carbonara de verdad) seguida de un espresso martini (fuerte, rico, brutal), y Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan. Abro el libro al azar: «Aparentemente lo tienen todo para ser felices». No tan al azar: «La niebla en la que había entrado Lucile duró casi diez años». La primera frase: «Mi madre estaba azul, de un azul pálido mezclado con ceniza, las manos extrañamente más oscuras que el rostro, cuando la encontré en su casa esa mañana de enero». La última: «Hoy soy capaz de admirar su valor.»
Que no voy a poder leer todos los libros que quisiera lo descubrí hace tiempo. No puedo leer todo, pero sí lo suficiente como para que se me contagien las ganas de escribir. A veces por envidia, otras por admiración, una frase que prende en mí o ganas de tirar del hilo. «Hay que leer libros para encontrar buenas ideas y encima convencernos de que salieron de nosotras», dice
. Escribo para descubrir algo que ni siquiera sé que está oculto, para procesar la vida, para tener menos miedo a morir.La novela de Delphine de Vigan es de esas que te dejan huérfana de lecturas, tocada y hundida, con ganas de escribir y de leer, de no leer nada más, de escribir hasta que te sangren los dedos, de no escribir jamás, de leer pero única y exclusivamente a esta autora. Lo bueno es que hay unos cuantos libros suyos que no he leído, lo malo es que ahora necesito un respiro, algo más ligero, con menos compromiso emocional. Digo eso y pasado mañana estaré enfrascada en algún otro drama.
Que el precio de los ramos de flores sube en San Valentín ya lo sabía, pero ahora sé algo más. Sé que un chico guapo, joven, con pinta de estar en segundo de carrera, le sustituyó a la tendera el martes porque estaba de viaje. Me enteré gracias a una clienta habitual, a la que envidié en secreto por saberse el nombre de la dueña. Sé que en ese quiosco venden periódicos internacionales y flores frescas (los tulipanes bicolores a diez euros, los rojos, el 14 de febrero, quince). No sé a dónde se fue de viaje Aurora (pongamos), ni con quién. Ahora necesito saberlo: ¿fue un viaje romántico, con su hija, si tiene, con amigas, sola? Intuyo que compro flores allí solo por descubrir los entresijos de su vida y observar a la clientela. Vaya negocio el mío. Sin orden ni concierto, motivos ocultos guían mi vida y yo paseo curiosa preguntándome adónde me llevarán.
Podría contarles mis andanzas por ese lugar llamado internet, donde he buceado en foros, webs, Vogue, pinterest, wikipedia y archivos con fotografías antiguas para calmar esta reciente curiosidad mía por los quioscos de prensa y flores. No es mi intención aburrir, les dejo con un detalle: he descubierto que mi quiosco tiene Instagram y en una storie de hoy he podido ver a Aurora en un ibón rodeada de montañas. Aparece sola, me pregunto quién habrá disparado el objetivo. Ya os contaré, me tiene intrigada. Feliz semana.
P.D.: No me decidía así que os dejo con dos fotos. Una más de lunes y otra más festiva.
Elvira!!!!! ❤️ Precisamente 'Nada se opone a la noche' es una de mis próximas lecturas y estoy deseando leerla por fin, me encanta Delphine de Vigan. La historia de Aurora, evidentemente, me tiene enganchado, qué ganas de saber quién miraba desde el otro lado de la cámara...
Leire!!! Tengo pendiente Días sin hambre de Delphine De Vigan para septiembre 🤣🤣🤣🤣. Si te digo que acabo de terminar de organizar la publicación del reto de Lectura 2025 no me creerías 🤣🤣 y justo te leo y hablas de leer y citas varios libros. Todo se puede y cuando algunos son un poco intensos terminamos y leemos otros más livianos. ☺️
Me ha gustado leerte.
Un abrazo